Este postre tradicional de la cuaresma y Semana Santa es uno de los legados gastronómicos que dejaron los árabes en estas tierras, una receta medieval que se ha conservado hasta nuestros días. Está hecho a base de calabaza asada en horno de leña, aunque también se pueden añadir boniatos asados. La pulpa de ambos se mezcla con azúcar y almendras molidas, a la que se puede añadir otros frutos secos como las nueces y los piñones. También lleva entre sus ingredientes la yema de huevo, canela y ralladura de corteza de limón. A la masa se le da forma cónica dentro de un recipiente de cerámica y se decora con frutos secos.